Adri, hijo, Santi, hijo hijo hijo, justo es decirte a qué clase de mundo llegas, ahora que se ve que te va quedando corta esa matriz, quién sabe cuánto has de pesar pero ya pateas y te mueves en búsqueda de espacio, de aire, de aprensión, eso nos gusta tanto, Santiago, Adrián, Adriano, tu mami no quiere que te pongamos así, teme que se burlen de ti en la escuela.
Y ese es uno de los problemas, aquí y ahora, y siempre, la gente aburrida de sí mismas que en el insulto constante encuentran una especie de centro, de forma de equilibrarse, pero bueno, mira lo que hago, empiezo a sacar aquí los traumas, empiezo a hablarte con términos como centro, una de las inquietudes de tu viejo no tan ídem.
Pero es que soy nuevo en esto, y sí, tienes razón, eso es una de esas justificaciones que tanto odiamos tu mamá y yo, cuando las cosas nunca son así de sencillas, lo más fácil es venir a decirte que no soy bueno en esto por no tener experiencia, pero ¿cómo serlo entonces sino es a base de escribir y escribir y entenderte y tocarte? (por cierto, la experiencia no es lo único que garantiza el conocimiento y el dominio de algo, hay en juego más cosas, como la intuición, por ejemplo, la tranquilidad, la concentración, son otras)
¿A qué clase de mundo vas a llegar? Hay algo llamado religión que opera más o menos así: Una transmisora vía satélite difunde códigos electrónicos que un aparato especial los decodifica en imágenes visuales, eso se llama televisión, que es algo así como el templo moderno de Dios, y la variedad de programas son las doctrinas. Por ejemplo están los futboleros, que cada determinado tiempo se vuelven héroes siempre y cuando sus equipos favoritos ganen, o los reality-shows, que son productos que supuestamente difunden una televisión realista con gente común y corriente, sin experiencia en el medio, sólo que carecen de ese mentado realismo que promueven ya que suelen colocar a esos conejillos de indias en situaciones que tú y yo difícilmente viviremos habitualmente, ya los veremos juntos, ya veremos canales con caricaturas las 24 hrs. del día, otra eminencia difícil de no adorar.
Hay muchas otras entidades respetadas, hay mucho qué decirte a través de estas cartas, pero tu mami, aquí a mi lado checando páginas de embarazo (te vamos a tener en agua, probablemente sin anestecia, probablemente a finales de abril) se siente cansadita porque hemos caminado más que de costumbre, estamos en un café internet y ya es hora de volver a casa.
-AlbEs-
México, 16.03.05
16 marzo 2005
Publicadas por los Espejel-Zamora a la/s 7:00 p.m. 0 comentarios
Así se empieza
Claudia.
Hay palabras que siempre me parecieron capaces de estropear cualquier poema. Palabras como alma, romanticismo, bohemia, hermosa, siempre evité emplearlas en cualquier texto, claro, a menos de que sirvieran para jugar un poco con ellas hasta sacarles su brillo, sin embargo Claudia, esa mujer que despierta a mi lado cada día con su sana y voluminosa panza, me provocó escribirla en el último poema que le escribí hace unos dos meses. El evento puede parece tan poco extraordinario (un tipo enamorado escribiendo dicha palabra en un poema de amor) pero no, para nada lo es, eso tiene un peso grande en mi vida: representa la ruptura del canon autoimpuesto desde hace quién sabe cuánto, ese canon que cuando menos nos damos cuenta nos hace restringirnos al punto de secarnos nuestra libertad y nuestro albedrío.
Me refiero a que censuras como ésta no son distintas a otras como las del ideal físico que modelamos desde chavos. Yo recuerdo la clase de mujer de las que me enamoraba apasionadamente (se sabe cómo ¿no? R.- sufrimiento ante las "inalcanzables"), las cuales no se parecieron a las de los noviazgos que tuve (tal vez menos apasionados porque la pasión juvenil, no digo que no exista, sólo que su existencia es tan poco individual, está tan llena de mercadotecnia, del tipo de cuerpo y de personalidad de moda, de lo social) Ambas imágenes no tienen que ver con Claudia, la cual le dio una sacudida a mi vida desde el principio, la cual, sin embargo, no vino a descubrirme nada que yo no supiera, yo siempre supe que algo había en ella más sincero que en la mayoría de las personas que conocí, siempre fue una gran amiga, siempre fue una mujer que sabía lo que quería desde hace mucho, siempre fue alguien que sabía entregarse con los ojos cerrados y el alma abierta.
Y entonces en un poema, hecho a finales de diciembre...
Todo esto lo cuento porque de algún modo hay que dejar un inicio, un punto de partida donde ella y yo comenzemos con la escritura, aunque sospeche que desde hace varias líneas lo cursi comenzó a hacer de las suyas, la miel ha de haberse salido totalmente pixeleada, espero no esté hecho un batidero allá afuera.
-AlbEs-
Publicadas por los Espejel-Zamora a la/s 6:33 p.m. 2 comentarios