Éste es el mentado poema que menciono líneas abajo:
¿Quién escribe a la dicha?
ya pocos lo acostumbran.
Ya la sencillez del verso
del enamoroso justo y transparente
se pierde,
se desvanece en la sed de estructuras,
choca en lo moderno.
¿Quién me leería
si soy sólo silencio y locura?
¿A quién carajos
(precisamente así)
le importa esto?
Soy sólo silencio y sólo locura,
por gritar en tu nombre que busco tu aliento,
por esa cordura blanca del día a día,
reveladora aunque se dude tanto de ella.
A quién carajos entonces
esta ansia de ser cuerpo,
tu cuerpo
que se comparte por la noche,
o este hechizo animal
que me hace entender al alma
toda vez dentro de ti,
sintiéndote infinita
(Toco tu boca (que es el caos))
adentro de ti
resabiando el perfume
fabricando aroma de agua,
(dentro (de ti))
mutando
entre algideces,
carajos de la noche
que no mueren en la bella mañana.
Pero si te importa a ti,
todo basta, nada falta,
también yo pido silencio,
no para ser escuchado,
sólo como prisma nocturno
que disperse esta gracia de estar vivos
entre la densidad del afable mutismo.
Sucede que voy a vivirme
bajo el beso de mi costa ideal,
azules sus sienes
y estruendosos vienes,
cuerpo de horizonte,
piel suave arena,
Claudia jazzeada,
trompeta y sordina,
sudor carnívoro,
Claudia mía.
Nocturnos carajos
para la única lectora que aquí me importa.
Sólo una cosa te pido:
sal, sal de esta escritura insomne,
como barcaza que atraviese el sueño
y encalle bajo las sábanas.
Hace 12 años.
1 comentarios:
Ay... como vamos cambiando, no?
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