¿Por qué parto en agua?
Desde que supe de esta posibilidad me llamó al atención. Esto fue antes de que estuviera embarazada, pero la verdad es que nunca pensé que así sería mi parto. Sabía que era en agua tibia, sin anestesia sin anestesia y que eso ayudaba a relajar, además de que el bebé al salir pasaba de un líquido a otro y de alguna forma era menos traumática su llegada al mundo. Otra cosa que me agradó es que con este método todo es de forma natural, se usa lo menos posible de medicamentos y en cuanto sale el bebé te lo entregan para que lo cargues, además el papá corta el cordón y es un gran apoyo porque puede estar en el mismo lugar que uno (la tina) sirviendo de respaldo emocional y físico. El hecho de estar en el mismo espacio los dos, listos para recibir a un bebé creo que es lo que más me gustó cuando investigué acerca del parto en agua.
Desde un principio pensé en esta opción y mientras más investigaba más me convencía de que era lo mejor para los tres. También había leído que gracias a que uno está más relajada en el agua, la incidencia de desgarres, y por lo tanto de episiotomías, disminuía considerablemente, y pues a quién no le aterra pensar en suturas y esas cosas, solo de imaginar que tardaría más de veinte días con puntos y que tendría que ir después a que me los sacaran ya me ponía nerviosa.
Creo que vi demasiadas ventajas en comparación a un parto en quirófano, además cabe recordar que los hospitales me provocan cierto estado de ánimo que no es conveniente para tener un hijo ya que a los 7 años tuve dos experiencias que de alguna forma me dejaron un feo recuerdo, las luces sin regular, el olor a medicamentos, el traje azul, las camillas, los sueros, las enfermeras tan ensimismadas y poco empáticas, en fin, creo que son suficientes razones.
¿Cómo fue tu parto en agua?
Fue como lo había imaginado. Llegaron las contracciones y nos fuimos al hospital. Subí las escaleras acompañada de mi novio y ya estaba esperándome ahí mi instructora. Luego pasamos a un cuarto en donde me quité la ropa y me puse la bata del hospital, ahí fue cuando noté que el tapón mucoso comenzaba a salir, esto es un líquido rosa, señal de que ya es trabajo de parto.
Es cierto, el dolor se intensificaba, era una especie de presión en el vientre. El doctor llegó, me checó, me dijo que ya tenía 7 cms. de dilatación, momento para pasar ya a la sala LPR (labor, parto y recuperación) ahí me aconsejó darme un baño con agua caliente, mi novio y yo entramos a la regadera (es un decir, la verdad es que él estaba afuerita pero a lado mío), momentos antes se me había roto ya la fuente, creo que ese fue el instante en el que más nerviosa estuve porque la sensación es de que no puedes controlar nada, intenso, crees que se va a salir el bebé también, pero no es así, de modo que cuando entré a la bañera disminuyó mucho la tensión, no sé cuánto tiempo estuve con el chorro de agua hirviendo sobre mi espalda.
Al salir, hubo un punto en el que sentí que no iba a poder con un dolor más fuerte así que pedí anestesia pero el doctor me dijo que para la dilatación que tenía ya no iba a haber dolores más fuertes. Y fue cierto. En seguida comencé a sentir ganas de pujar y fue cuando nos metimos a la tina, mi novio estaba detrás de mi sosteniéndome por la cadera, de manera que yo pudiera recaragarme en su espalda y “flotar” en el agua.
Poco a poco comencé a pujar y así fue como la cabeza de Sara pudo verse, el doctor dijo mira, toca, esa es su cabeza (era muy suave), a partir de ahí todo fue pujar y hacer esfuerzo. Ya no sentía dolor, solo ganas de seguir pujando y de pronto, cuando más esfuerzo hice, ya estaba Ella afuera y comenzó a llorar... Entonces me la entregaron, la cargué pero no podía decirle gran cosa por más que me decían que le hablara, no sabía cómo hacerlo ni podía pensar en nada tampoco. Mi novio cortó el cordón, se la llevaron para hacerle su examen en lo que yo salía de la tina.
Luego me senté en una silla reclinable para que sacaran la placenta y vieran si no necesitaba suturas. En lo que el doctor lo hacía me dieron de nuevo a Sara Sofía para que la amamantara. El doctor dijo que no había habido desgarres y sólo necesité un punto de sutura que ni siquiera sentí porque estaba demasiado entretenida conociendo a mi hija (no hubo limpieza de cavidad, ya no es necesaria).
Finalmente me pasaron a la camilla y me dieron a mi bebé que durmió toda la noche mientras que nosotros prácticamente no dormimos por estar platicando toda la madrugada. 12 horas después de nuestra llegada nos fuimos. El parto duró menos de dos horas y estuvo muy bien.
–Clau–
Parto en agua (esta vez desde Claudia )
26 mayo 2005
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20 mayo 2005
Aquí es ese otro lugar,
sin geometrías ni fronteras,
libertario y absoluto,
donde choca el llanto con el suspiro,
detrás de los ojos,
equivalente al centro de una gota.
Vuelan los ritmos sin distancia alguna.
Juegan entre sí los qués sin respuesta.
(DAR CLICK AQUÍ: http://losanacentristas.blogspot.com/2005/05/pero-qu-es-la-interseccin-con-la-noche.html)
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Instancias del parto (1ra parte de nto. testimonio)
19 mayo 2005
Empezar con una reseña como ésta puede ser muy cansado ya que hay tanto qué decir, tantos caminos por dónde empezar, supongo que si me considero escritor no debiera tener problemas con ello, sólo que es muy distinto escribir ficción o poesía a relatar un hecho que, por lo perfecto que fue, no se necesita añadir floritura o infortunio alguno... y sí, con palabras así, tan rimbombantes (flamboyán, Mozambique, bombazo, rimbombancia, bibliomancia, ¿por qué a nadie se le ha ocurrido un trabalenguas con esos vocablos?) y lustrosas, tan de cronista citadino, ilustrado o nouveau, porque a final de cuentas de eso se trata en este momento, hacer una crónica, una reseña, un “resumen con estilo” (nada más aburrido que eso pero por mi hija estoy dispuesto a hacer cosas así (miren que no es cualquier cosa)).
Hacer una reseña así es difícil y más si se desvía el tema.
Claro, partir del principio, del principio... o al menos de aquello que uno cree es el principio: Tuvimos un embarazo muy tranquilo, tomando clases de profilaxis para poder tenerlo en agua, entendiendo lo que sucede a todos niveles al momento de las contracciones y del parto, así que, aunque primerizos, algo de teoría ya llevábamos y desde días antes estábamos listos.
Sofía nació en la madrugada (a las 00.50 hrs.) del 03 de mayo luego de que Claudia tuvo contracciones desde las 7 de la noche, muy frecuentes, como de 3.5 cada 10 minutos durante algunas horas (el estándar para saber cuándo son las contracciones definitivas es de 3 cada 10 minutos y que tengan una intensidad mayor a lo acostumbrado (la formulita es: DIF = Duración Intensidad Frecuencia)), así que les hablamos al ginecólogo y a la instructora para irnos preparando todos. A las 10.30 nos fuimos al hospital y ya para las 11.30 estábamos en la sala de LPR (Labor Parto Recuperación) concentrándonos en lo que teníamos que hacer para que todo saliera de maravilla.
Claudia tomó un baño (demasiado) caliente para irse relajando en lo que preparaban la tina, para éste momento ya tenía 7 cms. de dilatación (seis horas antes, en la consulta que tuvimos ese día, ya contaba con 3 cms. así que esas contracciones que le dieron en casa fueron las que ayudaron para “preparar el terreno”, claro que por eso, dichas contracciones son siempre las más dolorosas y las más desmotivantes pero lo bueno es que después de esas lo que sigue es mucho menos cansado y por lo mismo menos tensionante) pero en eso tuvo una ruptura de membrana (o sea: se le “rompió la fuente”) saliendo un líquido rosado, abundante y de buen olor y aspecto, señales que indicaban que todo iba normal, con esa ruptura seguramente ya tendría 8 cms. de dilatación, lo que aventajó bastante el proceso. Lo que seguía era que Claudia estuviera tranquila, relajada lo más que se pudiera, aunque ya estaba un poco tensa y cansada, pidiendo anestesia por creer que vendrían dolores más fuertes, cosa que no era cierta porque lo más intenso ya había pasado y lo aguantó bastante bien, así que el resto ya sólo era trabajo en equipo, concentración y tranquilidad.
Se bañó y nos pasamos a la tina. La dilatación seguía en su mejor punto, sólo había que hacer los ejercicios de pujo (tomar aire al momento de la contracción, sacarlo y volver a inhalar, mantener el aire dentro mientras se empuja con el estómago (no con la garganta), hacer la típica respiración que hemos visto en películas y series de TV, sólo que calmados y sin escandalizar que lo único que sucedería era que estaría naciendo nuestra bebé, nada más). Alrededor de 20-25 minutos estuvimos ahí hasta que por fin salió Sara Sofía, arrugada, roja y con mucho cabello (nació a las 41 semanas), lloró de inmediato, se notaba extrañada, nos la pasaron en cuanto salió, seguía llorando, apenas la tuvo Clau en brazos le hablé y volteó hacia donde yo estaba (detrás de Claudia, sosteniéndola de la cintura) calmándose bastante porque imagino ha de ser tan extraño salir al mundo y no reconocer sonido ni sensación alguna, por eso con los brazos de mamá y la voz de papá es menos impactante la transición de un lugar a otro, lástima por tantos casos en los que se llevan a los recién nacidos para hacerles las pruebas “de rigor” perdiéndose los padres la oportunidad de ver sus primeras reacciones y esa manera de acurrucarse tan especial que sólo los R.N. tienen.
Mientras Claudia la tenía en brazos, le íbamos echando agua a su espalda y cabeza al mismo tiempo que el neonatólogo la revisaba, salió con todos sus reflejos bien, el examen que se les hace a los R.N. se llama Apgar y en él sacó 9-9 (lo máximo es 10-10), yo le corté el cordón con una tijeras que imaginaba más anormales de lo que en realidad son, en fin, todo seguía tan normal como hasta ese día, no cabe duda que, como dicen, una mente tranquila trabaja mejor, está más alerta.
Ya después vino la revisión a Claudia, limpiar a Sofía, darle de comer, pasarnos a nuestra habitación a intentar dormir un poco. Sólo llevábamos hora y media en el hospital y ya había pasado todo, parecerá muy rápido pero, a menos de alguna complicación, los partos no tienen por qué ser una tortura, en nuestro caso, cada quien hicimos lo que nos correspondía sin mayor escándalo, concentrados, hasta disfrutándolo porque tanto Clau como yo estábamos muy contentos de entender que dependía de nosotros que el parto saliera lo mejor posible.
Después vino la madrugada. Platicamos hasta que nos amaneció. Sofía dormía y dormía y dormía. A las 5 de la mañana empecé a mandar mensajitos MSN a nuestra banda acapulqueña, irapuatense, defeña. Al medio día pagamos y nos fuimos. No había necesidad de más. Sólo estuvimos 13 horas en el hospital mientras nuestra perrita Lua (una mini toy que ya parece borrego (falta trasquilarla)) “lloraba como desesperada” (los vecinos dixit) porque vaya que toda esa tarde del lunes estuvo muy inquieta, percibiendo a la perfección todo lo que estaba sucediendo. Cuando salimos del hospital conocimos al actor Jesús Ochoa que venía llegando con su mujer e hijo (un tipo enorme, regordete, canoso, rojizo, serio, extrañamente lejano a sus célebres personajes), Llegamos por eso de las 2 de la tarde a la casa. Saqué a Lua a dar la vuelta. Ya me habían respondido algunos mensajitos. Por esos días comenzó ésta extraña racha de lluvias vespertinas diarias que mayo le está regalando a la ciudad.
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Acerca de la cesárea (2da parte de nto. testimonio)
Desgraciadamente, en estos tiempos Claudia parece una heroína (lo es, pero por otros aspectos) por haber tenido a Sara sin anestesia, sin cesárea, en tan poco tiempo y sin ningún desgarre, pero no, no lo es, tan solo es una mujer que comprende bien lo que le sucede, que lo analiza y toma decisiones que emprende con mucha confianza. Ojalá cada mujer que va a ser madre pudiera estar conciente de que el cuerpo humano no dista de la perfección de los animales o las plantas. Aquello llamado naturaleza y adaptación hace que todo se amolde y se prepare, como por ejemplo, el cráneo de los R.N. está conformado por una combinación de hueso con cartílago que le permite irse amoldando a la pelvis que a su vez también está estructurado de la misma forma, o sea que es una perfecta cerradura que madre y bebé forman al momento del parto, un perfecto (y único en cada caso) embonamiento.
Por ahí escuché que hace 40 años, cuando se introdujeron las cesáreas, 1 de cada 10 partos terminaba en cesárea, hoy la estadística es de 1 de cada 4. ¡Como si fuera cualquier cosa!. Es una cirugía muy riesgosa que, no por común, tiene garantías confiables, luego la recuperación es más compleja además de que puede perjudicar a la lactancia, por lo que me parece que al gremio médico, como en su momento a la Iglesia, le conviene promover que los partos son dolorosos e imposibles para que se ofrezcan cesáreas sin ton ni son, ya que a final de cuentas es más cómodo para los doctores acordar citas para realizar cesáreas (eso le permitirá no desatender sus asuntos porque le tomará apenas una hora a diferencia de un parto normal que puede durar muchas horas y puede llegar en cualquier momento) como para las mujeres que no se sienten capaces de parir naturalmente, que le tienen miedo a un dolor que no conocen, que no les da para reflexionar de qué se trata esto, que se tragan enterita la publicidad de éste tipo, en fin, en ello veo el mismo proceso que tuvo la Iglesia hace tantos siglos cuando se promovió el (producto del) bautizo que fue un exitazo porque se metió éste mito de que si no se hacía llegaría el diablo y se llevaría a los niños no bautizados que por ello están desprotegidos celestialmente.
A estas alturas se sigue confiando ciegamente en mercadotecnias así, no quiero imaginarme el número promedio de cesáreas que habrá en 100 años ni los bautizos que ha habido en 500. Por qué la gente no se cuestionará que, antes de la cesárea ¿qué existía?, antes del cristianismo, ¿dónde demonios se encontraba al diablo?. La diferencia es que el cristianismo también es una cuestión de interpretación, de símbolos, de (algún modo) individualidad, mientras que las cesáreas intervienen directamente en el cuerpo de las mujeres y, por qué no, en la relación de pareja. Claro que hay cesáreas que son necesarias, definitivo. Seguramente la cesárea se introdujo con fines humanistas, sólo que no faltan los doctores sin vocación y en extremo prácticos que optan por ella para que nadie sufra (sólo el binomio madre-hijo (y hasta el de la pareja)).
Pero cómo hacerle para que en estos tiempos se pueda tener libertad en lo individual, para que cada quien sea responsable (para pensar y ejecutar) de sus decisiones, para cuestionar al entorno, a los padres, a la cultura, a las instituciones. Una opción es la Literatura, claro. En ella el contacto (odio esta palabra) que se da con el yo es rotundo. Tanto la escritura como la lectura son ese yo revisitado (propiciado por el otro (es una cadenita)) que incide en la forma de mirar, de sentir, de pensar.
Pero esa es una fórmula, entre tantas otras. Acaso una de las de mejor estructura.
Cuidado con las cesáreas, pues. Tiene que ser siempre la última opción, la última salida posible, no olvidar que es una cirugía de alto riesgo, que no cualquiera la puede hacer de anestesiólogo, que es más costoso, que es una falsa salida sencilla, que puede afectar la producción de leche, que a veces quedan cicatrices, que hay que tener muchos cuidados en la recuperación, que puede durar mucho más tiempo recuperarse y afectar cuestiones de pareja, de individualidad (a Claudia, por ejemplo, jamás le diagnosticaron reposo, al siguiente día ya estaba caminando, moviéndose como sólo ella sabe moverse por toda la casa, ya prácticamente recuperó su peso (sólo tiene un kilo de más) gracias, entre otras cosas, a una lactancia feliz y constante; en vez de estarse preocupando por cuidar su recuperación, está dejando que solito se dé todo, en una semana más ya estará lista para regresar a las actividades cotidianas), en fin, aguas con eso, siempre serán bienvenidas las segundas opiniones.
Viva lo natural.
Publicadas por los Espejel-Zamora a la/s 1:36 p.m. 0 comentarios
Última experiencia a rescatar (3ra parte de nto. testimonio)
Todo esto lo digo porque tuvimos que tomar, ya con más de 40 semanas de embarazo, una decisión, si no difícil, sí de mucho análisis.
Durante el embarazo vimos cuatro ginecólogos distintos. Primero en Guanajuato una que está en el Centro Médico La Presa, obviamente a unos pasos de la Presa de la Olla. Luego, ya instalados en el DF, provisionalmente vimos a otra que odia los partos en el agua y que es harto convencional, por lo tanto no estuvimos a gusto así que Clau investigó y dio con la A.N.I.P.P. (Asociación Nacional de Instructoras de PsicoProfilaxis (o algo así)) y ahí nos recomendaron una instructora que a su vez nos recomendó a una ginecóloga que, a diferencia de las anteriores doctoras, sí había atendido partos en agua y no era tan prejuiciosa, por lo que nos quedamos con ella desde marzo.
Todo iba excelente con ella, disfrutábamos las consultas y no había queja alguna, hasta que llegó la hora de revisar la frecuencia cardiaca de nuestra hija, esto con el fin de ver cómo podría reaccionar al momento de las contracciones ya que en una contracción el bebé se queda sin oxígeno, así que el chiste es dotarlo de energía y oxígeno para que, al instante de una contracción, él tenga reservas para poder hacer su parte que es acomodarse y dejarse empujar por mamá. Bueno, pues en dos registros (Registro Tococardiográfico se llama) nos salió que Sara Sofía no respondía ante los estímulos que los que estaban haciendo el estudio le hacían, como moverle la panza, así que nuestra ginecóloga desconfió y, para no arriesgarse, sugirió cesárea para el sábado (tres días antes de que naciera (hubiera sido 30 de abril, fecha de curiosa)). El riesgo era que nuestra hija no tuviera reservas para reaccionar como se debe al momento de las contracciones, que le faltara oxígeno y que hubiera que hacer cesárea de emergencia. Eso estaba bien en base a la experiencia de nuestra doctora, quien habló con conocimiento de causa y con mucha seguridad del enorme riesgo que sería si intentábamos parto natural, las evidencias de los registros para ella eran contundentes, sin embargo llegando a casa en algo no estábamos del todo convencidos, algo entre intuición y análisis nos hizo decidir otra cosa.
Nuestra instructora nos dio el teléfono de otro ginecólogo quien nos explicó que para hacer un registro así la mamá tiene que estar en una posición cómoda, con poca luz, con confianza y relajada, factores que no se dieron en la toma de éstos otros registros en los que Claudia estuvo incómoda, con un montón de luz, y por ende nuestra hija no quiso saber nada de cooperar si percibía toda la incomodidad de Claudia, así que cancelamos la cesárea y el domingo vimos al doctor que, a la postre, terminó siendo el efectivo (ja, dos días después). Éste otro registro se dio con música, luz apagada, Claudia a punto de quedarse dormida de tan relajada, y con todo el tiempo del mundo, obviamente nuestra hija al percibir todo eso se puso a nadar y a demostrar que tenía una respiración bastante normal.
Al siguiente día fuimos a otra revisión y en la noche ya nos estábamos encaminando al hospital. Hoy, Claudia y Sofía hacen una mancuerna muy hermosa, nuestra hija está muy despierta, sana, sin ningún problema hasta el momento, balbucea mucho, se relaja bastante con la música a volumen alto, disfruta sus baños, tiene una mirada plena de encanto, llena de comunicación, de vida... No estoy diciendo que con una cesárea todo esto no sería así, pero sí es fue una gran lección para Claudia y para mi como papás, que no por primerizos somos estúpidos, tal vez eso sea una ventaja que la gran mayoría le cuesta ver por falta de albedrío, en fin, yo sé que falta poquito para que cambie al mundo.
-AlbEs-
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Claudia:
10 mayo 2005
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Nacimiento
09 mayo 2005
Para saber más acerca de nuestra hija (nacida el 03 del 05 del 2005 a las 00:50 hrs. midiendo 50 cms. y pesando 3.460 kg. (pero no de esa información)) favor de hacer click en la siguiente dirección:
http://alejandropalizada.blogspot.com/2005/05/pavese-te-busca-y-yo-hago-eco-para.html
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